viernes, 22 de agosto de 2014

INTERCESIÓN DE LOS SANTOS

Y COMO SE COMUNICAN CON NOSOTROS 
Muchas cosas que suceden en el cielo son un misterio para los de la tierra, pero otras están bastante bien discernidas como la intercesión de los santos por nosotros, que supone siempre una comunicación entre ambos, santos y nosotros. La experiencia indica además que esa comunicación es de doble vía, enviamos y recibimos comunicación, aunque a veces no podamos percatarnos por la “suciedad” de nuestros sensores.
Fuente: Taylor Marshall para Canterbury Tales


La Iglesia Católica pide a un santo en el cielo la oración por las personas, como una persona podría pedirle a un amigo oración. Sin embargo, existe una gran diferencia entre pedirle a un amigo que ore por mí que pedirle a San Pablo que ore por mí.

Por ejemplo, un amigo que está de pie en la sala me oye decir: “por favor, oren para que yo prepare una buena conferencia para la clase de mañana.” Si yo fuera a pedir la misma “oración” a San Pablo, es obvio que no se presentaría en la sala con los oídos corporales listo para recibir mi petición vocal.

Entonces, ¿cómo esta oración se transmite a San Pablo? ¿Y si hay 2.000 personas pidiendo oraciones a San Pablo al mismo tiempo?
Algunos protestantes suponen que los católicos creen que los santos son omniscientes y/o omnipotentes. La Iglesia Católica no enseña que los santos en el cielo son omniscientes y/o omnipotentes. Así que si no son omniscientes, ¿cómo es que “escuchan” las peticiones de oración que vienen de la tierra?

La respuesta es el Espíritu Santo. San Agustín enseña que al igual que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, el Espíritu Santo es el “alma de la Iglesia.”

Lo que el alma es en nuestro cuerpo, lo es el Espíritu Santo al cuerpo de Cristo, la Iglesia (Sermón 267, 4: PL 38, 1231 D).

La presencia del alma en el cuerpo humano es lo que permite que los mensajes se muevan a través del cuerpo. El cerebro puede provocar que los dedos se mueva o el ojo vea. Pero esto no puede suceder en un cuerpo muerto. El alma es lo que permite que los mensajes viajen por el cuerpo. Si le quitas el alma, el cerebro no puede pedir mover los dedos del pie y el estómago no puede pedir a las manos y la boca que le den de comer.

Esto es en la comunión de los santos. El Espíritu Santo permite que el sistema nervioso central del cuerpo de Cristo envíe mensajes de ida y vuelta el uno al otro. El Espíritu Santo es quien da a los santos su condición de “santos”.

Aquí viene una primera objeción. Si lo que usted dice es verdad y el Espíritu Santo transmite “las peticiones de oración” de nosotros a los demás cristianos en el cielo, ¿por qué no puedo enviar una petición de oración por telepatía a un cristiano que vive en China?

La primera objeción se responde a cuenta del “tiempo y espacio.” Si estamos separados por el tiempo y el espacio de otra persona, no podemos comunicarnos. (Esto no es del todo cierto en la era de los teléfonos celulares y correo electrónico).

El santo no es glorificado en el tiempo o el espacio. Esto es un misterio. Así que él o ella de alguna manera pueden escuchar un millón de oraciones “a la vez” por medio del Espíritu Santo, que es infinito.

Una segunda objeción. Si lo que usted dice es verdad y el Espíritu Santo transmite “las peticiones de oración” de nosotros los cristianos en el cielo, ¿por qué no nos pueden enviar mensajes personales a la vuelta?

La segunda objeción se responde mediante el reconocimiento de que los santos a veces “envían mensajes” a los fieles en la tierra. Por ejemplo, san Gregorio de Nisa explica que San Gregorio el Iluminador recibió una visión en la que:

“Él escuchó que había aparecido una mujer exhortando a Juan el Evangelista explicar a un joven el misterio de la fe verdadera. Juan, por su parte, declaró que estaba totalmente dispuesto a complacer a la Madre del Señor, incluso en esta materia y que esto era lo más cercano a su corazón. Y así, la discusión llega a su fin, y después de haber dejado bien claro y preciso para él, los dos desaparecieron de su vista.” (San Gregorio de Nisa, Vida de San Gregorio Taumaturgo)

Aquí tenemos un ejemplo de la Santísima Virgen y San Juan apóstol que aparecen a alguien en la tierra con un mensaje. La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de este tipo.

Una última objeción. ¿Pero no es la oración a los muertos un pecado de nigromancia?

Técnicamente, la nigromancia es consultar a los muertos con el fin de discernir el futuro. La nigromancia palabra deriva de Nekros, “muerto”, y manteia, “adivinación”.
En primer lugar, los santos en el cielo no están “muertos”. Ellos están vivos en Cristo, ¡más vivos que nosotros! “Él no es un Dios de muertos, sino de vivos; Ustedes están muy equivocados” (Marcos 12:27).

En segundo lugar, los católicos no pedimos a los santos oración para que puedan predecir el futuro. Tal vez la tía de alguien en México haga conjuros a través de la combustión de hierbas y la invocación a los santos, pero eso no es lo que la Iglesia Católica enseña o promueve. Es un abuso y no la norma.

En última instancia, los santos glorificados en el cielo asumen su identidad sacerdotal como el pueblo de Dios. Esta identidad sacerdotal implica la intercesión y para que ellos continúen el amor con nosotros, lo único que ellos pueden hacer es orar por nosotros. “Estamos rodeados por una gran nube de testigos” (Hebreos 12:1).

¡Todos los Santos, rueguen por nosotros!



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